jueves, 27 de junio de 2013

EL "VIEJITO" DE MADRID. 

La naturaleza puede ser extremadamente terapéutica. En contraste con la ciudad, donde el gentío y el tráfico de sus calles pueden resultarnos agobiantes, la naturaleza tiene en nosotros un efecto calmante y regenerativo. Todos nuestros sentidos se agudizan durante un paseo al aire libre. Sentir los rayos del sol, escuchar el sonido del viento, respirar el aire fresco, tocar y oler las plantas a nuestro alrededor.... todos estos consejos los hemos oído una y otra vez, sin embargo, hoy, el motivo es otro, acercarnos a ver y admirar uno de los árboles considerados más antiguos de Madrid.

 

El 26 de Marzo de 1992 se aprueba mediante decreto (18/92) del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid el llamado "Catalogo Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora silvestres", creándose la categoría de árboles singulares para identificar  "los ejemplares de flora que por características extraordinarias, por su rareza, excelencia de porte, edad, tamaño, significación histórica, cultural o científica, constituyen un patrimonio enriquecedor de especial protección por parte de la Administración".
Actualmente, el Catálogo de árboles singulares de la Comunidad de Madrid está constituida por 257 ejemplares, de los que 60 se encuentran en el Municipio de Madrid; siendo uno de ellos el que nos ocupa hoy.
Para verlo hay que entrar en el Parque del Retiro por la Puerta de Felipe IV (1680), frente al Casón del Buen Retiro. Una vez flanqueada, entramos en el "Parterre" o Jardín Ochavado, un jardín de estilo francés creado por Felipe V según el estilo de la época, si bien como lo vemos actualmente es un diseño del siglo XIX. Es un jardín amplio con isletas florales y cipreses recortados.

Nuestro árbol se encuentra en el lateral izquierdo. Es un Ahuehuete - Taxodium Mucronatum Ten - comúnmente llamado ciprés calvo. Procede de Méjico y fue plantado en 1633; aunque hay varias teorías sobre esta fecha y su procedencia: según algunos fue traído por Colón en su viaje a las Indias, otros que fue Cabeza de Vaca en uno de sus viajes mientras que otros mantienen que es hijo del árbol donde Hernan Cortes lloró en su "noche triste" ante su derrota ante los aztecas aquel 30 de junio de 1520.



Ronda los 340 años tiene una altura de 40 m, el perímetro de la base supera los 6 m y el diámetro de su copa es de 24 m. Es digna de admiración su copa, en forma de candelabro, de ahí que también se le conozca por "el árbol de los candelabros".


Es una árbol longevo en su hábitat natural, pero nos sorprende que en nuestra ciudad también,  si bien se ha tenido que aclimatar a este Madrid extremo, muy diferente de Centroamerica. Santiago Segura, subdirector general del zonas verdes y arbolado del Ayuntamiento de Madrid nos explica el porqué: ".... en el Retiro, los arboles no están cuidados, están mimados, lo que les permite alcanzar un crecimiento y unas dimensiones superiores a las que tendrían si crecieran en su hábitat natural." Hay que tener en cuenta que en este parque más de 200 personas, entre jardineros municipales y operarios subcontratados cuidan de 20.180 árboles de 160 especies y 55 km de setos.
 Con la guerra de la Independencia (1808), el Real Sitio del Buen Retiro se convirtió en un improvisado baluarte defensivo para las tropas de ocupación francesa. La construcción de estas defensas conlleva la tala indiscriminada de gran parte del arbolado, se abrieron zanjas en el suelo y se derrumbaron monumentos; a excepción de este ejemplar pues su horcadura fue aprovechada para instalar una batería de artillería. Tres años después, las tropas inglesas del general Hill se enfrentó a los franceses y los pocos jardines que quedaron fueron arrasados junto a algunas dependencias palatinas. Este árbol sobrevivió a la contienda.

Plano de los Jardines del Buen Retiro con las fortificaciones francesas.

Se cuenta que algunos hechicero/as se reunen por la noche a su derredor para hacer sus conjuros. No se la veracidad de este hecho, pero en los años 90, se encontraron piedrecillas alineadas con formas extrañas y junto con otras cosas de rituales. Desde el año 1991 se decide poner una verja alrededor de la base del tronco para protegerle de la cercanía de la gente y evitar los rituales nocturnos.